Su nombre es Dogecoin y tal vez lo has visto en algún momento, una moneda dorada con un perrito japonés como su cara principal. Y es que aunque suena a chiste, esta criptomoneda sí existe desde 2013, año en el que a modo de meme fue lanzada la misma para burlarse del Bitcoin y toda la fiebre que existía con el mundo virtual y económico.
Así como el BTC alcanzó grandes cifras en diciembre de 2017, el Dogecoin también lo hizo y se muestra “sólido” en el mercado, creciendo de manera abrumadora e incluso alarmante.
¿Qué lo hace crecer?
Su propia comunidad. A sabiendas de su nacimiento como una burla, meme o como quieran llamarle, esta moneda la adquieren pocas personas en el mundo y aun así, su valor (global) ya supera los 2 mil millones de dólares, muy lejos del BTC pero una cifra enorme para una criptomoneda que no tiene límite de fabricación y que apenas cuenta con cinco años de haber sido lanzada al mercado. Además, la gente que hace mercado en esta moneda la ha utilizado para favores benéficos, de ayuda humanitaria, voluntariado y este tipo de actividades, reuniendo las cantidades necesarias en Dogecoins y luego entregando las donaciones.
De momento, no hay la mínima probabilidad de que el Dogecoin reemplace al BTC en el mercado, ya que ni los mismos creadores se creen el valor de esta moneda que es de su propiedad, sin embargo, lo cierto es que muchos de los interesados en el mundo de los negocios virtuales quieren al menos, conocer esta funcionalidad, por lo que la pura curiosidad añade participantes.
¿Recuerdan cómo comenzó el BTC? ¡Exacto! Por simple curiosidad fue posible conocer el BTC en el mundo y así, se hizo un nombre y se quedó en el mercado, por lo que no sería extraño ver al Dogecoin como el nuevo líder en algún tiempo.
Partiendo de esta hipótesis, el Dogecoin tendría un sustento aún mayor que el BTC, que sería el uso en voluntariado que conlleva, una acción bien vista por el mundo moderno y consciente, además de sumar siempre un gran sector de la población que ante los inminentes peligros económicos diarios (política, corrupción, guerras), prefieren establecer inversiones en actividades y bienes valiosos, que suban su costo o al menos, preserven el original.
No es un hecho, pero ciertamente el concepto del Dogecoin, junto a la posibilidad infinita de su fabricación, le hacen un rival digno ante el BTC.