Dicen por allí que todos los excesos son malos; incluso aquellos que, en principio, tenían el potencial de convertirse en algo beneficioso para sus usuarios. El bitcoin ha comenzado a caer en esta categoría, y la razón se debe a un aspecto ecológico más que financiero. Conforme ha aumentado su popularidad, también lo ha hecho la contaminación energética.
¿Qué tiene esto que ver? Es muy sencillo. El funcionamiento de esta famosa moneda virtual implica un gran consumo de energía, a pesar de ser digital, su constante movimiento requiere un uso energético producido por los centros de cálculo bitcoin; y lo que es más, estos centros suelen estar en países en donde la energía eléctrica es mucho más barata y a base de carbón, como China, India y Europa del Este.
Estos centros se denominan granjas de minado y, como se ha prometido desde sus inicios, funcionan las 24 horas del día, los 365 días del año, resolviendo los algoritmos de estas transacciones en poderosos procesadores que consumen grandes cantidades de energía. Se contabiliza que la mayoría de estos se encuentran en China.
El Digiconomist’s Bitcoin Energy Consumption Index ha estimado que el gasto de electricidad que produce el bitcoin es de 0.13% del consumo eléctrico mundial. No es un secreto para nadie que una de las grandes preocupaciones de la humanidad es el daño que nuestro consumo energético le hace al ecosistema. Son docenas ya de estudios los que han indicado que si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, esto resultará en un daño irreparable al planeta.
Aunque parezca un poco exagerado (¿cómo una transacción electrónica de una moneda digital puede producir semejante impacto?) hay que entenderlo desde la perspectiva del uso; es decir, ¿qué tanto representa este consumo en número reales? Pues bien, el proceso de transacción del bitcoin utiliza más electricidad que 159 países de manera individual; es 16% más del consumo eléctrico de toda Irlanda. Veámoslo de otra manera: si el bitcoin fuese un país y los mineros sus habitantes, estarían en el puesto 61 de la lista de los países que más consumen energía eléctrica.
Mecanismos de control de consumo eléctrico: ¿son posibles?
Ahora bien, ¿por qué no crear una estrategia que ayude a controlar esta situación?, ¿por qué no mantener horas u horarios específicos a los procesadores de la granjas de minado? La primera pregunta es bastante sencilla de responder, y es que se trata un descubrimiento “reciente”. Hasta hace poco la atención estuvo (y sigue estando) en el minado y las ganancias que ofrecen las transacciones con bitcoin. Fue hasta que los especialistas pusieron el ojo a esta situación, que comenzaron a formularse estos estudios y preguntas; por lo tanto, aún se están descubriendo los embates de la criptomoneda.
En el segundo caso se debe a una razón económica. Uno de los atractivos principales de las transacciones con bitcoins, es su disponibilidad en cualquier momento. Por ello, no sería rentable para ninguna de las partes hacer horarios de uso para que los procesadores le den un respiro al planeta. Además, siendo que no se trata de un solo centro de minado, quien decidiera seguir el camino de la ecología perdería su posición ante la competencia. Simplemente, en este punto no es algo realizable y el consumo eléctrico no se convierte en prioridad.
¿Por qué no utilizar otro tipo de energía? Nuevamente, las razones son económicas. La inversión en estos países en los que la electricidad no cuesta casi nada, es más barato que hacerlo en aquellos que son más amigables con el ecosistema.
Los llamados de alerta y las tablas de estadísticas seguirán llegando mientras la bitcoin siga en auge. Quedará para sus usuarios e inversionistas el preguntarse si vale la pena.